Cada mensaje que escuchamos desde que estamos en el vientre de nuestra madre, genera una expectativa sobre lo que debemos o no ser. Nuestra familia, profesores, compañeros, vecinos todos han influido en la manera en la que hemos creado nuestra imagen, a veces condicionándonos de manera productiva y otras de forma contraproducente. De eso trata el efecto Pigmalión, proveniente del mito de Ovidio, sobre como influimos los unos en los otros. Ser consciente de ello, puede darnos una gran ventaja para relacionarnos.
Los docentes que tienen expectativas positivas sobre sus alumnos, provocan en los discentes seguridad emocional en el aprendizaje, interés y una mayor capacidad para enfrentarse a la materia, indiferentemente de la dificultad que entrañe.
Cuando los progenitores damos confianza en nuestros hijos e hijas en el desempeño de tareas, estamos proporcionándoles la seguridad para que la puedan desempeñar de una manera exitosa.
Cuando el directivo o coordinador de una empresa ofrece a sus técnicos o empleadores una visión positiva del trabajo que desempeñan y de reconocimiento, obtendrá mayores posibilidades de éxito en la producción o ejecución del servicio que ofrecen.
¿Qué pasa si damos la vuelta a la moneda?, la mayoría de las veces esta visión positiva del otro, se ve supeditada por el ensalzamiento de características negativas, provocando en el otro inseguridades, miedos, dificultades a la hora de expresarse y cortando su naturalidad anulando sus aspectos positivos.

Os invito a encontrar el poder para producir este efecto Pigmalión en positivo a la hora de relacionarnos con quienes nos rodean. No os pido que finjáis frente al otro, tan solo que seamos capaces de rescatar lo positivo del otro, en contrapunto con lo negativo para poder fortalecer sus capacidades. Piensa algo positivo en el último año, último mes, última semana, en el día, y realza esa cualidad del otro. Se trata de entrenar la habilidad de reconocer la capacidad y logros de los otros.
Una imagen negativa del otro, realza la rabia interna y hace que esperes del otro lo peor, pero si reseteamos nuestra mirada en lo positivo, seremos capaces de realzar sus cualidades y relacionarnos de manera más saludable.
En el momento que esta capacidad se entrena, el radar de lo positivo esta en acción y cada vez será más fácil detectarlo de manera automática. Cuando se den situaciones ambiguas, seremos capaces de inclinarnos por soluciones y posibilidades más positivas, declinando las negativas.
Presta atención a la imagen que te has creado de quienes te rodean y como te precondiciona en la relación con el otro y viceversa.
Efecto Pigmalión © 2025 de Alicia Nájera Rodríguez tiene licencia CC BY-NC-SA 4.0
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